Quien lea ambas reseñas se dará cuenta rápidamente de las diferencias existentes entre ambos enfoques: RSS proviene de los estudios culturales y se orienta mayormente hacia el análisis de discurso; ED hace ciencia política, en donde es muy fuerte la exigencia de datos a partir del trabajo empírico.
Una primera observación es que ED es bastante más crítico que RSS en su evaluación. RSS se limita a resumir brevemente los artículos que más le interesaron, y a hacer breves reflexiones a partir de ellos; ED comenta los puntos fuertes de algunos artículos, pero se centra en señalar los vacíos que subyacen al enfoque que predomina en los textos del libro.
Una segunda observación -que dervia de la primera- tiene que ver con la problematización del capitalismo. RSS señala -en el 3er párrafo de su reseña- que una propuesta central del libro es que la cultura peruana constituye a partir de 3 pilares: autoritarismo, corrupción y hegemonía neoliberal, siendo que este último acentuaría los 2 primeros. La autora finaliza su texto diciendo que el discurso neoliberal panamericano es "aburrido, pernicioso, pendejo, cínico y torpemente obsecuente" además de que nos deja con un malestar social. Por su parte parte, ED, critica el sesgo "anticapitalista y antiliberal que asume como verdaderos ciertos supuestos sin problematizarlos en forma suficiente", y señala que esto se expresa en la asunción de ciertas afirmaciones que no tienne como falsearse -¿cómo puede falsearse la afirmación de que la democracia liberal no es más que la forma política del capitalismo (Zizek)?-. Cito a ED:
Entonces, preferiría la duda y poner en cuestión algunas afirmaciones de estos referentes intelectuales. Asumir citando a Sklair, como se hace en varios artículos, que el sistema capitalista mundial es cerrado y hegemónico, y funciona a nivel local a base de alianzas funcionales para su perpetuación, me parece problemático. Nadie va a decir que la economía internacional no importa, ni negar que existen poderes fácticos más sólidos que otros, pero creo que los artículos ganarían problematizando mucho más las relaciones que plantean entre capitalismo global y conducta política local. Para comenzar, hay abundante literatura que relaciona capitalismo y democracia que los autores no recogen. ¿Acaso es siempre nocivo el capitalismo (o neliberalismo) para la democracia política y la democratización social? ¿No es necesario mirar con mayor cuidado el impacto de los cambios económicos en la sociedad antes de lanzar estas conclusiones? Así como es cierto señalar que es posible que gobiernos no liberales puedan producir más democracia “real”, también es posible sostener que economías capitalistas pueden también construir democracia, especialmente en países donde el Estado es un actor antidemocrático. Abundantes estudios de política comparada problematizan mucho más esta relación y no son citados en los textos [y el autor cita algunos ejemplos de esto].Esta discrepancia sobre la manera de problematizar el capitalismo me parece lo más interesante dentro de esta constrastación de enfoques. Creo que un problema importante de nuestras CCSS es la asunción de ciertas premisas que no están suficientemente comprobadas. Entre ellas, el repudio al capitalismo (y sus derivados respecto de la producción de desigualdades y el ensanchamiento de las brechas sociales) es lo que más sobresale. Creo, además, que es justamente este sesgo el que no permite ningún consenso sobre lo que términos como "capitalismo" o "neoliberalismo" significan e implican. Dicho sea de paso, es la poca rigurosidad sobre conceptos como estos lo que hace que sea relativamente fácil elaborar teorías conspirativas sobre la "expansión del noeliberalismo". Y no es que crea que no existe una cierta orientación en la organización mundial de la economía (sea lo que sea que eso implica), sino que muchos textos que critican esta forma de organización pierden fuerza precisamente porque muchos de sus argumentos tienen un sustento débil.
Finalmente, creo que queda pendiente volver a discutir viejos temas teóricos y epistemológicos que resurgen a partir de la confrontación de ambas perspectivas: ¿cuál es el lugar del positivismo en las CCSS contemporáneas? (con esto no quiero decir que la ciencia política sea una disciplina necesariamente positivista), ¿dónde descansa el rigor de la interpretación?, ¿cómo medir y organizar el alcance de los datos para hacer válidas ciertas conclusiones? Pienso que en nuestro país estamos todavía bastante verdes en el intercambio de ideas respecto de las diversas perspectivas de investigación que se han desarrollado en las CCSS.
PD. Es claro que se pude decir mucho más sobre las diferecnias entre ambas reseñas, pero la idea es que a quienes les intere esto se den el trabajo de leerlas. por mi parte, solo he señalado lo que más ha llamado mi atención
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